Fecha: 31 de marzo de 2016, 5:26
Entrevista al escritor Melacio Castro Mendoza
Descubriste tu vocación literaria a temprana edad , ¿cómo fue ese momento? ¿En qué circunstancias se dio?
Cuando empecé a escribir versos, carecía de toda conciencia de vocación literaria. Me parece que eran versos que más bien respondían a la conciencia de haber vivido una situación, o de estar viviéndola. La tristeza o la alegría de pronto se volvían conjuntos de palabras que en ese tiempo yo llamaba "en líneas".
¿Hubo alguien que te alentó en tu afanes literarios en esa época? ¿Te veían como un escritor?
En mis primeros tiempos de lo que hoy podría llamar ensayos literarios, nunca oí hablar de la existencia de ni de un escritor ni de un poeta. Mi origen familiar remite a dos regiones y dos microsociedades muy aisladas del Perú –la primera, los campos de San Gregorio, un distrito perteneciente a las zonas más atrasadas de Cajamarca, y la segunda, Caín, un caserío costeño rodeado de haciendas–, carentes ambas en ese entonces de carreteras y de puentes. Tanto los campos de San Gregorio como Caín carecían de escuelas y de otras instituciones de servicio social-cultural. La naturaleza –el canto de los pájaros, la luz de las montañas serranas de San Gregorio y la del desierto costeño cercano a Caín– y el mundo que me rodeaba fueron los impulsores de mis afanes literarios. Para mi sorpresa, un día la gente empezó a llamarme poeta. Mis versos, en verdad, eran cantos que mis amigos y yo intepretábamos a ritmo de una viejísima guitarra. Recién en la escuela, a la cual ingresé a los nueve años, empecé a oír qué eran la literatura, la poesía y qué un escritor y un poeta. En la escuela secundaria me di cuenta de que desconocía toda la literatura no solo infantil. Traté, y sigo tratando desde entonces, de –si se puede decir así– recuperar el tiempo perdido. No creo haberlo logrado. ¿A cuántos peruanos nos pasa algo idéntico?
Sin embargo, a la hora de escoger carrera te inclinaste por otras muy distintas: Ciencias Sociales, Filosofía e Historia, ¿qué pasó?
Necesitaba entender mi mundo y el mundo que me rodeaba. La Historia me ayudó a descubrir el pasado de mi país y de mi continente, y las Ciencias Sociales a valorarlos en el contexto mundial. Conocer el pasado de mi país me permitió descubrí mis raíces. Gracias a ello, pisando tierra firme, hice todo por alentar el oxígeno que da existencia a lo mejor de lo nuestro: la lucha por la paz con justicia social. Si es cierto que mi cabeza de algún modo se llenó de teorías históricosociales a veces bastante dudodas, un día me di cuenta de que una u otra, mano a mano, me ayudaron a dar forma y a alumbrar uno de mis poemarios: Batallas y Sueños de Uchku Pedro, en proceso ya de edición a cargo de la Editorial Club Universitario (ECU) de España, a salir al público hacia abril/mayo del año 2016.
¿En qué situaciones apelas a la filosofía? ¿Entiendes mejor la vida siendo filósofo?
Soy filósofo como lo es un niño y apelo a la filosofía escrita como un viejo. En verdad, se me hace que carecí de niñez. El trabajo para ganarme el pan junto a mi familia fue mi primer y casi mi único juego. Mi origen social –o circunstancia al decir de José Ortega y Gasset– es la base de mi convencimiento de que conocer el pasado no vale, de por sí, para nada. Si uno, en cambio, relaciona el mismo con el presente, puede preveer un mejor futuro para la humanidad. La cultura de la paz debe vencer a la cultura de la guerra y de la muerte. La religión sectaria, igual de qué sello se trate, y los afanes de enriquecimiento extremo individual o grupal, son familias de estas (guerra y muerte). La poesía en particular y el arte, en general, deben impulsarnos y ayudarnos a constuir un presente solidario, sin el cual los propósitos de construir un futuro justiciero será una pura y dolorosa ilusión.
Viendo tu producción literario, detectamos igual número de poemarios, novelas como relatos cortos, ¿te sientes más poeta que narrador o viceversa?
Me ha sucedido que de un poema que se negaba a caminar hacia su final, su espíritu se impuso tomando cuerpo de novela o de relato. Lo literario a uno lo puede llevar a donde menos se lo imaginaba. Es un trabajo en que el fuego que lo acompaña semeja a los momentos de hacer bien el amor. Si lo haces cada vez mejor, las satisfacciones que te aporta son mucho más intensas y profundas.
¿La poesía es una forma de vida, como dicen algunos?
A mí me gustaría que la vida sea una forma de poesía.
¿Qué temas jamás deberían tocarse en poesía?
No hay temas que no puedan tocarse poéticamente.
¿Cuándo te das cuenta que es el momento de escribir? ¿Crees en las musas?
Escribir es, para mí, una necesidad. Ya lo dije, es mi forma de trabajar. Si no lo hago, me enfermo. Quizás aquella necesidad, base de mi existencia, sea mi particular y mejor musa.
¿Cómo defines tu labor de escritor? ¿Qué lugar ocupa en tu vida?
Nunca definí mi labor de escritor. Escribir, para mí, es mi forma de vivir. ¿Es esto mi definición de escritor?
¿Qué recuerdos tienes de tu primer libro publicado? ¿Cuándo te dices a ti mismo que es hora de compartir tu trabajo literario?
Me sorprendió ver hecho realidad mi primer libro ordinario publicado. Lo tengo cerca de mí y me acompaña como un buen amigo. No, ya no es "mío". Pertenece, más bien, a todo cuanto existe y tiene conciencia de existir.
Tus novelas Las buenas intenciones y El Hombre de Rupak Tanta cuentan tu travesía de país en país por toda América y Europa, ¿qué historias te atreviste a contar en ellas? ¿Quedaste satisfecho con el resultado de estos libros?
Las buenas intenciones es una novela que cuenta aspectos de la vida en Mallorca durante la época tardía del régimen de Francico Franco. Viví en Mallorca y tanto allí como en la península, vi y experimenté la represión del régimen franquista. Luego de censurar mis textos, su policía, los grises, es la única que por participar en una manifestación estudiantil tras una lectura de alunos de mis poemas censurados, me ha aporreado hasta hatarse. Las buenas intenciones es una novela que aun permanece inédita. El Hombre de Rupak Tanta es, según la opinión de algunos críticos, una fábula y parábola que cuenta la vida de un hombre, un indígena de América Latina, en un parque de la ciudad de Essen, Alemania. En la una y en la otra de mis novelas, el amor es un de pilares de sus contenidos.
A propósito de tus viajes por América y Europa, ¿qué une y separa a las personas de estos continentes? ¿Cómo te sentiste en medio de ellos?
A europeos y latinoamericanos hay muchas cosas que nos unen y muchas otras que nos separan. En la diferencia, sin embargo, radica la riqueza de la unidad.
Tus poemarios Remembranzas, La Montaña Errante, Batallas y sueños de Uchku Pedro, ¿son de diferente temática a tu narrativa? ¿Qué puedes contar en poesía que no puedes hacer en prosa?
La poesía, o los poemarios, como llamas tú, es más cercana a las emociones con que te confronta la realidad y la narrativa, más familiar a esta que a aquellas. Prosa y verso tienen sus propias dialécticas, atadas, eso, sí, a la estética.
Según entiendo Malú: Tierra Adentro y Tierra Afuera y Mis Campos y mi pueblo está pendiente de edición, ¿siguen la línea de tus anteriores libros o han habido cambios en tu visión o escritura?
Malú... se centra en el amor de pareja y Mis Campos..., en los paisajes, vida y costumbres de la gente de mi pueblo –en este caso, Caín. La visión y la escritura de ambos se diferencian entre sí tanto como de mis anteriores escritos.
Tu autobiografía Mi República ignorada: Parte I, no solo se refiere a ti sino planteas una serie de requisitos para un nuevo Perú, ¿qué tipo de país quieres para ti y tus compatriotas?
Mi autobiografía también permanece inédita. En resumen, mi vida se caracterizó por abarcar pasajes un poco familiares a los que los católicos llamarían infernales. Por ello mismo, deseo un país y un mundo construidos de pies a cabeza todo lo contrario a aquellos pasajes de mi vida.
¿Qué te llevó hacia Alemania y por qué te instalaste en ella? ¿Qué has aprendido de tu nuevo hogar? ¿Cómo te definirías ahora? ¿Eres más o menos peruano que nunca?
A Alemania me llevaron ciertos problemas políticos. Ahora, toda una anécdota ya. Desde que entendí el significado del mundo andino de mis orígenes, nunca dudé de mi identidad. Solo manteniéndola puedo luchar por una perspectiva universal. Alemania, mi nuevo hogar en tus palabras, es para mí solo una parte integrante de la tierra, a la cual le debemos la vida. Aislada de la tierra que nos acoge, Alemania no significaría nada. Para mí suena a mensaje colonial oír que algunos sectores sociales alemanes sigan proclamando: "Alemania para los alemanes". La xenofobia no puede tapar el sol con ni con sus dos toscas manos: La reconstrucción de Alemania tras las guerras provocadas por sus políticos nunca habría sido posible sin la mano de obra de los extranjeros de uno u otro color. Y el futuro, a causa de su mayor mortandad y de su mínima renovación natalicia, le reclama ya a Alemania la apertura de sus fronteras a nuevos extranjeros. Europa, en general, y Alemania en particular, son muy eurocentrista y a veces, por su propia convicción y voluntad, tienden a confundirse como la cuna excluyente de la cultura y de la civilización.
¿Qué diferencias sustanciales hallaste entre la enseñanza en la Universität Duisburg (Alemania) y la Universidad Nacional de Trujillo (Perú), donde efectuaste tus primeros estudios universitarios? ¿Cómo te trataron tus compañeros? ¿Te adaptaste con facilidad?
A la Universidad Nacional de Trujillo le faltaba, además de una buena infraestructura, unir la teoría a la práctica. La Universidad de Essen cuenta con una buena infraestructura. En los campos de mi especialidad, sin embargo, sus teorías y sus prácticas tienden a subrayar la relevancia del eruocentrismo. Aun así, conté con buenas y con buenos compañeros de estudios. El individualismo extremado alemán, pese a todo, acabó haciendo imposibloe cualquier continuación sostenida de la amistad: una diferendia esencial con la de mis ex colegas y ahora todavía grandes amigas y amigos de mi promoción de la Universidad Nacional de Trujillo.
¿Te sigues sintiendo extranjero en Alemania o nunca que estuviste fuera de tu tierra, te sentiste así?
En Essen, la ciudad alemana en que resido, me siento como en mi casa. Fuera de esta ciudad, dentro de Alemania me siento extranjero como extranjero me siento en Lima. En Lima por lo general abundan los que tienden a tomarle el pelo a los que allí llaman "serranos piojosos". Una u otra vez, me han catalogado como tal. Paralelo a semejantes complejos, la desconfianza ante mí de ciertos alemanes me recuerda que fuera de Essen, en Alemania soy y seré extranjero. Sucede que Essen, Mallorca y Gran Canaria aapenas piso su suelo me convierten en "nacional", entendido esto como parte del mundo en el que me siento tres en uno: andino, costeño, selvático. ¿Europeo? Lo que tiene de ello nuestro querido Perú.
¿Dónde está tu hogar ahora mismo? ¿Adónde crees pertenecer?
La humanidad tiene solo una residencia: la tierra. Para mí, la Tierra, así, com mayúsculas, es la Mamá Grande y a ella me debo.
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