sábado, 13 de junio de 2015

La unidad no es una nostalgia

De: Augusto salas <augustosegundo02@hotmail.es>
Fecha: 12 de junio de 2015, 18:26




 

La unidad no es una nostalgia
 
Si lo único que hemos aprendido de la historia de la izquierda es que, cerca de las elecciones, los partidos deben coordinarse, valerse de una inscripción y de algún candidato que jale la maquinaria y esperar los votos luego de una pequeña campaña, tiene razón Marisa Glave cuando dice que de ese tipo de izquierda, llena de cálculos y silencios deberíamos olvidarnos.
 
Lo que catapultó a la izquierda a poco más diez años de fortaleza electoral y presencia política en el país, era la potencia con la qué el gobierno de Velasco sacudió el país y generó actores políticos nuevos, que la IU recogió por el camino, y encajó a través de luchas políticas y sociales, casi sin darse cuenta, de donde venía el impulso.
 
Eso ya no es posible porque los escenarios han variado diametralmente. Tito Flores Galindo, el gran historiador, lo expresó en su lecho de muerte, a pocos meses de la elecciones de 1990, cuando todavía no existía el "fenómeno Fujimori", al resumir que la izquierda erradamente había creído que lo votos del pueblo eran propios y que podían pelear para quitárselos entre ellos. La izquierda fracasó en los 90, porque algunos se burlaron de la unidad, por haberse quedado con el mejor candidato y los otros no pudieron separarse de la imagen de la división.
 
Si bien el tema de la unidad no es siempre el mismo, la división todo el tiempo es entendida de la misma manera: estos no quieren pelear por el poder sino por un sitio en el sistema. El peor error de IU fue que se constituyó como una coordinadora de partidos, altamente enfocados en asuntos administrativos, y sin voluntad de actuar como dirección política del día a día, y proyecto de largo plazo.
 
Eso no quiere decir que los partidos, sus parlamentarios, sus dirigentes de masas, no la pelearan y muchas veces de muy buena forma; el hecho es que siendo la mayor instancia "una coordinadora", no dirigía los procesos concretos y ahondaba la idea de que era un frente frágil por la alturas, aunque por las bases era un torrente en ebullición.
 
Hoy ya no se trata de nostalgias de la izquierda de los 60 hasta los 2000, aunque eso no niegue lo mucho que hay que aprender de ella. Ahora estamos en tiempos del llamado cambio generacional, que hace aparecer nuevos líderes, nuevos discursos y a veces repeticiones con envolturas diferentes. Incluso el Frente Amplio, se fundó con la vieja idea de la coordinadora, que derivó que los coordinados se escindieran al primer desacuerdo electoral. Un solo componente, el de la inscripción, se ha quedado con el nombre y es el frente menos amplio que se ha visto hasta la fecha.
 
Pero lo peor es ese discurso de "la unidad no importa", "el resultado electoral ya se sabe", y otras frases por el estilo que circulan de un lado a otro, que parecen decir a las masas que ellas son las que no importan.    
 
12.06.15


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