martes, 11 de julio de 2017

11 de julio. Día del Docente Universitario.


11 DE JULIO
 
 
DÍA
DEL DOCENTE
UNIVERSITARIO
 
 
 
EMILIO
BARRANTES,
LECCIÓN DE VIDA
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Educación
desarrollo y formación
 
– A ver, usted. –Inquiere el maestro Emilio Barrantes, profesor de la Facultad de Educación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, desarrollando su clase matutina del curso de Pedagogía.
– ¿Yo, profesor?
– Sí, usted. Háganos una breve síntesis y comentario del debate existente en la pedagogía actual y que explicamos en la clase anterior.
– Cómo no, doctor, manifestó usted que la discusión actualmente candente en la educación es entenderla o bien como desarrollo o bien como formación. Expuso usted que es desarrollo porque ella debe surgir desde el interior del alma del niño y hacia afuera de él; mientras que la formación acentúa influir desde el exterior y hasta guiarse por un estereo...
– Un estereotipo. Muy bien. Continúe.
– Sí. Mi comentario al respecto es que la educación la comparo al cultivo de un campo en donde el niño es la semilla que puesta en tierra sabe lo que es, pero que requiere del influjo del medio exterior; que ocurre cuando la comunidad orienta, enseña y hasta moldea al niño. Igual que una planta de maíz, o un árbol de manzanas: hay que regarlo, el sol tiene que darle luz, abrigo y fecundar la planta; y la mano del agricultor ha de librarlo incluso de la mala yerba. Y esa es la orientación y la voluntad del maestro que ha de manifestarse en la educación.
Se veía a don Emilio feliz, con su rostro alegre y jovial, embargado por una gran emoción.
 
2. Bendito
nuestro pueblo
 
– Prosiga usted. –Le dice.
– Entonces, ¿por qué desmerecer lo que viene del exterior si allí está la voz de la comunidad? En la posición de la educación como desarrollo hay una inclinación por el individuo. Sin embargo, el labriego no se dedica a cuidar a una sola planta separada de las demás, a todas las trata con afecto y por igual; unidas en un conjunto les dedica el mayor esmero en el mismo campo en donde deben florecer y dar frutos. En tal sentido y consecuentemente la educación es desarrollo y es formación.
– ¡Excelente! ¡Felicitaciones! ¿Qué especialidad cursa usted en la Facultad?
– Doctor, no soy alumno de la universidad. Soy campesino. Y si me pregunta por qué estoy aquí le diré que es porque soy padre de un alumno que ha ingresado a esta casa de estudios.
– ¿Y lo acompaña usted a clases? –Se interesó vivamente en saber el maestro.
– Él tiene otro curso en este horario. Pero lleva con usted el curso de Corrientes Pedagógicas. Pero yo he seguido las clases suyas porque son interesantes y magníficas. Sin embargo, mañana regreso a mi pueblo, pero permítame que lo felicite de veras, maestro.
– ¿Y dice usted que es campesino? ¡Bendito sea nuestro pueblo que tiene campesinos que se expresan de ese modo! Pero, ¿será posible que al final de la clase conversemos un momento?
– ¡Encantado, doctor!
 
3. Es
un colmenar
 
¿Qué había ocurrido? Santiago Alvarado Anaya había ingresado en abril de aquel año de 1958 a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Y días después regresó a su pueblo de San Miguel, situado en el departamento de Ancash.
– ¡Felicitaciones Santiago! ¡Ingresaste nada menos que a San Marcos!
– ¡Eres un orgullo para nuestro pueblo!
– ¡Eres lo máximo, has ingresado a la Decana de América! ¡Bravo, Santiago!
Le decían, y así no se cansan de felicitarlo familiares, amigos, profesores y las personas del pueblo de San Miguel cuyas casas de quincha siguen el curso de la acequia general que riega los campos ricos en producción de cereales, tubérculos y frutas. La noticia del ingreso de Santiago a San Marcos se ha extendido como un reguero, y vienen a saludarlo.
En su casa todos están felices. Don Elías, su padre, a sus 47 años se siente por esta razón realizado. Ha trabajado duro la tierra y su hijo le ha dado la satisfacción de ingresar a San Marcos. Su madre, doña Donata, con su lliclla al aire y cargando a su hermano Choto bailotea de felicidad
Al saborear el chupe de camarones con papas, los ricos choclos con queso, las ocas humeantes, y el sabroso olluquito con charqui, sentados a la mesa, la conversación gira en torno a la Universidad.
– Y ¿cómo es San Marcos, hijo?
– Es un colmenar de ideas, inquietudes y realizaciones. Su local situado en el Parque Universitario es un edificio colonial, con varios patios y amplios corredores. Se ve transitar a los profesores, que son eminencias en su especialidad, por los pasillos. Los estudiantes portan libros y discuten sobre temas de arte, ciencias y acerca del acontecer nacional e internacional.
 
4. Universidad
abierta y libre
 
– ¿Y se la puede visitar?
– Sí; y recorrer sus ambientes, el Salón de Grados, el Salón General, la biblioteca, el gimnasio. Y estando allí, y si es día de ensayos, se puede escuchar al coro, ver el ballet, contemplar al Conjunto de Danzas Folclóricas.
– Es mi sueño algún día conocer San Marcos.
– Vamos a Lima, papá, para que conozcas la ciudad y también San Marcos.
– Solo quiero conocer San Marcos.
Y ese día llegó, y ese sueño se cumplió. Don Elías Alvarado Romero, padre de Santiago llegó a Lima. Mientras toman desayuno padre e hijo conversan:
– Entonces, para regresarnos de la Universidad ahora que vamos, tú me esperas, papá, en una banca del patio de ingreso. Pero, pase lo que pase, no te muevas de ahí.
– No te preocupes, hijo. Cuanto tiempo te demores yo estaré allí esperando tranquilo. Pero... ¿me dejarán entrar?
– Sí, papá, nos permitirán porque vas conmigo. Por eso estamos yendo temprano, para conocer. Y después yo entro a clases. Aunque..., se me está ocurriendo: ¿por qué no ingresas tú también a clases?
– ¿Consentirán?
– ¡Sí, papá! La universidad es abierta y libre.
 
5. Le maravilló
y quedó subyugado
 
– Pero, ¿qué dirán tus amigos?
– ¡Para mí será un orgullo presentarles a mi padre!
– Mira, me encantaría escuchar las clases; pero eso sí, yo entro y me siento aparte.
– ¡Papá! ¡Por qué! ¡Que ya se sepa que el Perú profundo ingresó a San Marcos! ¡Estas son victorias! Antes los campesinos estaban prohibidos de entrar. Ahora, mientras más presentes seamos, mejor. Y hagámoslo evidente, ¡y trascendente! Ojalá que algún día incluso en San Marcos se escuche hablar el idioma quechua, el runa-sini, lengua de nuestros antepasados.
(Nota: Posteriormente Santiago Alvarado Anaya, actual profesor de la Facultad de Educación en la UNMSM, sustentó en Madrid en la Real Academia Española de la Lengua, junto con Miguel Ángel Ugarte Chamorro, la incorporación de peruanismos de raíz quechua a la lengua castellana).
– Entonces, ¡cómo quieras papá! ¡Como mejor te sientas!
Y fueron.
Don Elías entró a varias aulas y escuchó diversas clases, de las cuales le dejó fascinado la erudición y la didáctica de don Emilio Barrantes Revoredo.
Comprobó, además, que nadie se había dado cuenta de él, que a nadie le pareció un extraño. Y esto es lo que más le satisfizo, que lo confundieran con un miembro más de los que circulan por la Universidad.
 
6. Eso sí, no te escondas
ni desvíes la mirada
 
– Y bien, ¿cómo te fue, papá? –Le preguntó Santiago cuando se encontraron en el primer patio, como habían quedado.
– Me siento feliz. Jamás pensé ocupar un asiento, ni siquiera prestado, en la Universidad de San Marcos. Me pellizco para saber si estoy vivo. Y es verdad, no estoy soñando.
– Y ¿qué disertación te gustó más?
– ¡Ah! La del profesor Emilio Barrantes. ¡Qué maravilla! ¡Qué nobleza! Un verdadero regalo de la vida.
– Y ¿por qué, ah?
– Por su fondo y su forma. Comienza planteando preguntas, cuestiona, debate, extrae conclusiones, explica, esclarece juicios y después formula principios. Es exacto y preciso en sus ideas y en sus palabras. ¡Qué maestro para culto y versado!
– ¡San Marcos te está mejorado el vocabulario, papá!
– En la chacra se habla de un modo y en la universidad hay que hablar de otra manera. Pero hijo, te pregunto: ¿podré seguir escuchando las clases del profesor Barrantes?, porque recién viajaré de regreso el día sábado.
– Pero, ¿no vas a conocer nada más de Lima, que es preciosa? Bueno. ¡Claro que puedes asistir! Pero eso sí te aconsejo: No te sientes muy atrás, ni te escondas ni desvíes la mirada cuando te observa, porque a ellos él les pregunta.
Cumpliendo estas recomendaciones asiste don Elías. Sólo que ha seguido a don Emilio salón tras salón. Y hoy día han llegado juntos y solos; más temprano que todos los estudiantes.
 
7. El Perú,
glorioso y eterno
 
Ya está sentado don Elías en la tercera carpeta del aula y el profesor lo observa atentamente. Levantan ambos la cabeza y se miran a los ojos, con mirada límpida
– Usted acaso, ¿no es de Palca donde yo he trabajado? Me parece persona conocida.
– No, doctor. Yo soy de San Miguel, distrito de Malvas, provincia de Aija, Departamento de Ancash.
– ¡El Perú! ¡El Perú! ¡Qué país desafío, pero entrañablemente hermoso! –Dice don Emilio, extasiado.
La actitud y las expresiones le dan confianza a don Elías para preguntar:
– ¿Cómo es el Perú, doctor?
– Difícil definirlo. Habría que imaginar lo imposible: una mezcla de ardiente trópico y helados parajes, selva desbordante y áridos desiertos; una conjunción de bloques sobrehumanos de montañas, plácidos valles y espantosos abismos; cumbres inaccesibles en que reposa la nieve y rientes corredores de mágico verdor, donde se levanta abruptamente un océano de rocas que son la entraña misma de la tierra, para dejar paso, más lejos, al boscaje tropical en una matriz en donde no hay más imperio que el de fundarlo todo. El Perú es zona de origen. «Hermosa abreviación del universo», dijo un poeta...
Pero ahora, minutos después y ya con los estudiantes colmando la sala, es don Emilio quien le ha preguntado y se ha quedado sorprendido con la respuesta que acaba de escuchar:
– ... no soy alumno de la universidad. Soy campesino. ...estoy aquí porque soy padre de un alumno...
 
Epílogo:
lección de Vida
 
Al día siguiente, a las ocho en punto de la mañana, don Emilio con el aula en pleno empieza diciendo:
– El día de ayer hemos escuchado la voz sabia de un campesino en esta aula. He conversado después con él y le he agradecido su lección de vida. Quiero manifestar a todos, primero que me siento orgulloso de mi país, de la Universidad y del futuro que podemos forjar, porque solo uniendo el conocimiento a la práctica, el espíritu a la vida, el individuo a la comunidad, es cómo vamos a poder resolver los problemas de nuestro país que son arduos. Por eso, quisiera invitar a don Elías a que nos dirija unas palabras.
– Gracias doctor. Es un honor estar en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y dirigirme a ustedes. Hoy por la tarde viajo de regreso a mi pueblo y hablaré en mi comunidad diciendo cómo los campesinos ya no somos extraños en San Marcos... Y quiero expresares a ustedes, estudiantes, que sientan el inmenso honor que es estudiar en San Marcos y de tener maestros como don Emilio Barrantes. Y, que, así como el labriego confía fervoroso en la naturaleza que es la Mama Pacha, confíen ustedes en lo importante de su misión para orientar al niño y forjar esperanzas en el destino de nuestro pueblo.
– Mil gracias don Elías. En mi calidad de Decano y habiendo consultado al Concejo de la Facultad de Educación de la Universidad, le extiendo un diploma que dice:
El Decano de la Facultad de Educación de la UNMSM, Emilio Barrantes Revoredo, otorga a don Elías Alvarado Romero, Diploma de Honor y Gratitud, por su LECCIÓN DE VIDA.
 
 
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Los textos anteriores pueden ser
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Obras de Danilo Sánchez Lihón 

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